Ya sé que siempre digo que las verduras me encantan y que son brutales. Y la verdad, ahora que lo pienso, es que tengo muchas favoritas porque las podemos preparar de mil maneras.
Cada modo diferente de cocinar una verdura o vegetal, te hace pensar que estás comiendo otra completamente diferente.
Uno de los ingredientes más versátiles, son los champiñones. Existen muchas especies que han sido reconocibles como comestibles y aunque se comercian durante todo el año, en otoño están en su mejor punto.
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Algunas de las especies buenísimas para cocinar son: portobellos, champiñones París, senderillas, trompeta de los muertos, la trompeta amarilla y los gírgolas.
Tienes que saber que los hongos o champiñones son muy saludables además de deliciosos. Nos aportan fibra, proteínas, aminoácidos, vitaminas y minerales. Además tienen poquísima grasa y calorías.
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Uno de sus beneficios más importantes es que fortalecen el sistema inmunológico gracias a su contenido en selenio.
Este alimento también previene la diabetes y fortalece el corazón.
Cuidado al cocinarlos
Los hongos son maravillosos, sí, pero tienen un problema: muchas veces los cocinamos mal y se pierde gran parte de sus atributos.
La mayoría de las personas admite que su manera preferida de prepararlos es salteándolos, y esta no es la mejor forma de comerlos. Al freírlos con aceite, desaparecen muchas proteínas e hidratos que son muy buenos para el organismo.
Así que, lo ideal es a la parrilla (ya saben que soy maestro parrillero, always!). También se pueden hervir o cocinar al microondas.
A la parrilla quedan muy sabrosos. Con un toque de aceite de oliva, sal y pimienta créeme que no extrañarás la sartén para nada.
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Entonces, los champiñones en definitiva son un ingrediente que tenemos que agregar a nuestras recetas más menudo. ¿Te parece? ¡Cuéntame cómo te fue con mis consejos!