A todos nos gusta el queso y en algún momento nos hemos preguntado si la corteza la podemos o no comer… Muchas personas disfrutan sin pudor de cada bocado, pero otros prefieren no consumir esa parte del derivado lácteo.
Lo cierto, es que hay cortezas que pueden ingerirse y si las tiramos a la basura, estamos desperdiciando una parte sabrosísima de estos productos.
Hay miles de quesos diferentes en todo el mundo, por lo tanto, no todas las cortezas son iguales. Hay que estar pendientes de las posibilidades gastronómicas que nos ofrece.
Tipos de corteza
Si has tenido la suerte de visitar una quesería, habrás visto que la corteza se va formando como parte del proceso natural. Es decir, está integrada al queso y a medida que envejece, va adquiriendo diferentes texturas y características
La corteza puede ser natural cuando aparece espontáneamente durante la maduración del queso, o artificial, cuando el producto es sometido a un baño de recubrimiento de ceras o parafinas para protegerlo. Estas últimas, no están destinadas para ser ingeridas.
Lo que sí puedes ingerir
Tenemos que estar seguros de que ningún queso nos va a caer mal, así que, todas las cortezas naturales son comestibles. Eso sí, algunas son mucho más interesantes que otras…
Por ejemplo, las cortezas frescas con moho de quesos blandos como el Brie, son parte de su esencia. Las más duras, pueden volverse complicadas de masticar o tener un sabor muy fuerte. Pero esto no es problema…
Las cortezas naturales más resistentes se congelan y así, las usamos cuando las necesitemos.
La forma más sencilla y deliciosa de aprovecharlas, es añadiéndolas a guisos, potajes, estofados, sopas o salsas. Durante la cocción, se reblandece y libera un sabor profundo espectacular que vale la pena probar.
Así que ya sabes, olvídate de dejar de lado las cortezas naturales de los quesos… ¡disfrútalas!